En estos tiempos de globalización en
los que el capitalismo prevalece como sistema “único” y en el que el “único evangelio”
es el neoliberalismo que soluciona todos los problemas, donde las grandes
empresas transnacionales se reparten los recursos y mercados mundiales ejerciendo
su poder por encima de los gobiernos nacionales y organismos internacionales los
que acaban como meros guardianes de sus grandes intereses. En este mundo
dominado por pequeñas minorías que se enriquecen con desenfrenada codicia,
mientras las grandes mayorías explotadas y excluidas apenas pueden subsistir
cuando no engrosar las filas del creciente ejército de desocupados y pobres. En
el que la constante protesta popular es acallada por la más dura represión, por
la traición de los oportunistas que conducen sus luchas o es llevada al fracaso
por la falta de propuestas alternativas que le arranchen mejores condiciones de
vida al “capitalismo salvaje” o mejor aún, que les permitan ir construyendo una
alternativa de sociedad con democracia, justicia social y libertad.
Tiempos en los que va surgiendo un tipo
de expansión mundial capitalista que apoyada en la infraestructura construida
por la globalización, incentiva el desarrollo y hegemonía –por encima de los
gobiernos- de las empresas transnacionales o multinacionales, tiempos en los
que se va configurando un nuevo escenario de lucha para las masas en el que se
visualiza la preeminencia de un imperialismo empresarial transnacional por
encima del clásico imperialismo estatal, en el cual los gobiernos nacionales
tienen cada vez menos margen de acción, los pueblos menos protección y el medio
ambiente está sujeto a la avidez imperialista que depreda sin protección ni
control.
Situación en la cual la respuesta de
los pueblos ha sido diversa: en los países imperialistas, agobiados por la
desocupación y la expoliación de los bancos, las protestas denuncian la
avaricia de las grandes corporaciones y la creciente desigualdad social de sus
países, ejemplos son los diferentes movimientos occupy que se desarrollaron
en diversas ciudades de EE.UU., Inglaterra, España, etc. al que habría que agregar
el grupo hacktivista Anonymous que a su modo denuncian el
abuso del poder y llaman a luchar por la libertad de expresión en las redes
informáticas; en Indoamérica la situación de explotación tiene otra óptica,
pues en estos tiempos, en nuestros países se concentra la actual fuente de ganancias
de las empresas transnacionales basada en la explotación de los recursos
naturales y en la especulación de los commodity siendo aquí la lucha por mejores
salarios contra los actuales ingresos de subsistencia que pagan las
transnacionales, por la defensa del medio ambiente y la explotación sostenible
de los recursos, además por una mejor participación social de las comunidades
en la ganancias de las empresas explotadoras.
Si bien el movimiento Occupy ha
llegado a tener repercusión mundial, la ausencia de líderes notorios y de una agenda
común no le ha permitido vertebrar una organización llegando a ser presa fácil
de la represión que poco a poco lo han ido desmantelando. En Indoamérica son
los pueblos nativos, las comunidades y la población rural los que protestan y
luchan contra las mineras que contaminan los ríos, invaden las reservas protegidas
y depredan los recursos, desgraciadamente ni siquiera a nivel nacional ni menos
indoamericano se ha podido canalizar dichas luchas en una plataforma común y en
una organización que oriente las protestas y que no solo detenga la voracidad
de las transnacionales sino además le imponga condiciones de producción dentro
de parámetros ambientales internacionales, con tecnologías limpias y con
exigencias de una mejor calidad de vida a las poblaciones de su área de
influencia.
Desafortunadamente, dichas
luchas todavía no representan una respuesta a la nueva situación de explotación
imperialista, a pesar de su permanente resistencia popular y a las innumerables
batallas que se van dando en todo el mundo, lo que nos debe comprometer al
estudio y al análisis de las nuevas condiciones de explotación imperialista, a
conocer y estudiar las nuevas formas de combate popular y a propiciar la
discusión de nuevas propuestas de acción antimperialistas en el horizonte de
construir una sociedad democrática de justicia social y libertad. Esas deben
ser las tareas de esta etapa.
Viernes 7 de setiembre del 2012